Selfie of Jose walking on a sidewalk.

La palabra "diabetes" siempre ha sonado en mi familia mientras crecí en un hogar hispano. Ser hispano me ha puesto en alto riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 (DT2). Además, siempre he tenido problemas con mi peso desde muy joven, lo cual tampoco ayudó. La obesidad y la DT2 son hereditarias en mi familia, y esperaba tener la oportunidad de evitarlas. Desafortunadamente, todo se derrumbó después de mi cumpleaños número 21 y un día divertido en la feria con mi familia. Decidí pincharme el dedo y revisarme la glucosa al día siguiente porque no me sentía bien.

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A woman standing in front of a brick wall.

Descubrir que tenía diabetes tipo 2 a los 41 años fue un punto de inflexión en mi vida. Me sentía completamente agotada, sin energía y con apnea del sueño desde hacía poco más de un año. Un análisis de sangre completo, tras acudir al médico por otro problema de salud, fue lo que me llevó al diagnóstico de diabetes tipo 2.

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A woman on a mountain top with her arms raised.

Tres días antes de cumplir 23 años, me diagnosticaron diabetes tipo 1. No parecía enferma; me esforzaba al máximo con los exámenes, estudiando y consumiendo cafeína como cualquier estudiante de medicina asociada (PA). Pero en realidad, había perdido 7 kilos en un mes, me despertaba constantemente para orinar en mitad de la noche, estaba increíblemente cansada y tenía la piel terriblemente seca. Estaba tan cansada que me desmayaba mientras estudiaba en la mesa de la cocina (a las 2:30 p.m.), al ir al baño o incluso al levantarme del sofá.

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Woman with her Father

Durante más de 20 años, mi padre logró vivir una vida plena a pesar de tener diabetes. Mantuvo un estilo de vida físicamente activo y nunca permitió que la enfermedad interfiriera en su rutina diaria. Tomaba sus medicamentos recetados con regularidad y no experimentó ningún efecto secundario notable.

La salud de mi padre dio un giro inesperado cuando le diagnosticaron un ataque al corazón el 1 de septiembre de 2025. Las pruebas médicas iniciales revelaron que tenía obstrucciones en el corazón y había sufrido daños cardíacos, lo que marcó esta situación como grave y preocupante.

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A man presenting in front of a screen about young leaders in diabetes.

Mi lucha contra la diabetes comenzó oficialmente en junio de 2016, pero la verdadera historia empezó unos meses antes, en marzo de 2016. En aquel entonces, yo era una estudiante de secundaria de 17 años que vivía en Rachiine, un hermoso pueblito del norte del Líbano. A pesar de su belleza, Rachiine, como gran parte de su distrito, estaba marcado por la inseguridad y una sociedad prejuiciosa que a menudo dificultaba hablar abiertamente sobre los problemas personales.

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Man standing in front of U.S. Capitol Building.

Estaba a punto de pesar 180 kilos y me había dado por vencido. En silencio, empecé a poner todo en orden para que, si yo fallecía, mi esposa tuviera lo que necesitara. Entonces llegó el diagnóstico: diabetes tipo 2. Mi hemoglobina glicosilada (A1C) era de 10.2. Fue aterrador, pero también me dio una oportunidad. Mi médico me recomendó la página web de la Asociación Americana de Diabetes (ADA), y en aquellos primeros días me brindó la información que necesitaba.

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A person dressed as Steampunk Spider-Man with insulin pump

Recuerdo una noche muy divertida con mi familia en el parque. Compramos comida de McDonald's y comimos allí. Fue una noche genial. Comí muchísimo y jugué con mucha energía. Pero al llegar a casa, me puse enfermo. Después de esa noche, no mejoré.

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