Diálogos sobre la diabetes

Conoce a Julia

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Me diagnosticaron diabetes tipo 1 en 2004 y cuesta creer que hayan pasado más de dos décadas. En muchos sentidos, siento que apenas estoy empezando, pero en otros, parece que la diabetes ha formado parte de mi vida durante siglos. Siendo un simple mortal, esta paradoja no tiene mucho sentido. A menudo pienso que en vidas pasadas, podría haber escapado de la diabetes, solo para tener que cargar con otra carga. Porque si no fuera diabetes, casi seguro sería algo diferente. Es la naturaleza humana. Y ese es realmente el punto: la diabetes es mi "algo". Todos tenemos nuestros propios desafíos. No siempre lo vi así, pero afortunadamente, el tiempo nos da perspectiva, experiencia y sanación si lo permitimos, lo cual puede tener un impacto significativo en nuestras vidas con enfermedades crónicas.

Cuando me diagnosticaron por primera vez en enero de 2004, recuerdo sentir lástima por mí misma. Acababa de cumplir 10 años y no me sentía yo misma. Estaba irritable, cansada y de mal humor, con una pérdida de peso inexplicable, frecuentes idas al baño por la noche y una sed insaciable. Presentaba muchos de los síntomas clásicos de la diabetes tipo 1. Cuando mi madre me llevó al médico, quedó claro que no se trataba solo de una gripe o un virus. Mi vida familiar era normal y era demasiado joven para estar en la pubertad, así que ¿qué estaba pasando? La doctora me tomó la glucosa en sangre, que resultó ser abrumadoramente alta, confirmando mi diagnóstico. Con solemnidad, nos sentó a mi madre y a mí para entregarnos los resultados. Mi madre lloró y yo aún no entendía por qué, ni podía imaginar lo que experimentaría la semana siguiente: tumbada en una cama de hospital con una vía intravenosa en el brazo, aferrada al oso Rufus, pasando la mayor parte del tiempo aprendiendo sobre la diabetes y mi nueva vida. ¡Qué experiencia! Este diagnóstico cambió mi cronología, o quizás la fijó para siempre.

La diabetes se convirtió en una molestia constante, como una luz de advertencia que no podía apagar y una alarma que no podía silenciar. Lloré durante semanas en el fondo del aula de mi profesor favorito, lamentando la vida que creía tener y la que aún me costaba comprender. Incluso hoy, sigo sin comprenderla del todo, pero lo he aceptado. Me llevó un tiempo llegar a la fase de aceptación del duelo y, para ser sincera, todavía tiene altibajos. Mi camino con la diabetes tipo 1 no ha sido lineal; ningún progreso en la vida lo es. Sin esos altibajos, no creceríamos como individuos, dentro de nuestras comunidades ni como miembros de la sociedad.

Ahora, como mujer de treinta y tantos años, he encontrado consuelo en la incertidumbre. He encontrado oportunidades en la incertidumbre. Lo cierto es que, por mucho que planifiquemos, hay muchos elementos que escapan a nuestro control. El control es solo una percepción. Lo único que realmente podemos controlar son nuestras perspectivas, emociones y motivaciones. Sin embargo, creo que aún es posible influir en mi situación. Controlo mis niveles de azúcar en sangre incorporando caminatas regulares, siguiendo un plan de nutrición consciente, pasando tiempo con amigos y familiares, y desarrollando proyectos creativos que me llenan. Todos estos elementos contribuyen a mi salud y bienestar general.

Aceptar lo que está bajo mi control me ha liberado y me ha permitido fortalecer mi propósito. Asimismo, me ha ayudado a darme cuenta de que la diabetes tipo 1 tampoco me controla. El tiempo, la experiencia y la perspectiva me han dado la gracia de vivir cómodamente con diabetes tipo 1. Si bien no puedo decir que la vida con esta afección se vuelve más fácil con la edad, sí puedo decir que si uno está dispuesto a aceptarla y encontrar maneras de que funcione para uno, controlarla se vuelve más fácil. Cuando aprendes a ser el cuidador adulto que tu yo infantil con diabetes tipo 1 necesitaba, la vida se vuelve mucho más reconfortante, incluso con una enfermedad crónica. Y eso es lo mejor que podemos pedirnos.

Soy la prueba viviente de que la diabetes tipo 1 no tiene por qué frenarte. Durante la preparatoria, me dediqué a participar en casi todas las actividades extracurriculares relacionadas con las artes escénicas, a menudo interpretando papeles principales en obras escolares y musicales. No recuerdo haberme sentido nunca limitado ni asustado por tener un nivel bajo de azúcar en la sangre durante una actuación. En cambio, me sentí lleno de energía al poder sumergirme en un personaje.

Como joven oradora y artista grupal, clasifiqué para competencias globales y nacionales. Después de la preparatoria, fui a la universidad y viví independientemente en la costa este durante varios años. Incluso entrevisté a Sabrina Carpenter mucho antes de que se hiciera famosa en la alfombra roja de un evento de Jingle Ball de Z-100. ¡Fue realmente encantadora! He viajado internacionalmente y, en 2019, hablé ante un público de 200 personas en un retiro de equipos de Change.org, donde enfaticé la importancia de la accesibilidad a la insulina. Durante más de una década, he contribuido con numerosos artículos y recursos a la comunidad diabética. Siguen siendo mi principal prioridad en la mayor parte de mi trabajo profesional.

Administro mi hogar, mantengo una relación con mi novio, cuido de dos mascotas y gestiono un trabajo de tiempo completo, a la vez que sigo mi formación continua y disfruto de mis aficiones. Así que, aunque no sea ilimitada (ningún ser humano lo es), me adapto bien a mis limitaciones. Y si bien he reconocido muchos de los flujos en mi vida, también ha habido muchos reflujos. Y fueron igualmente importantes. He enfrentado muchos desafíos que me han moldeado y seguirán influyéndome a lo largo de mi camino. Los fracasos brindan oportunidades para crecer en carácter y conocimiento. Quienes hemos sido afectados por la diabetes entendemos que habrá altibajos en muchos aspectos de la vida, pero también altibajos y momentos maravillosos.

La moraleja es que todo es posible con la diabetes tipo 1 si crees que es posible. Y recuerda, vale la pena creer en ti.